Nuevos tiempos en las elecciones 2012
A medida que avanza el calendario, aumenta la desesperación de muchos políticos de carrera por conseguir una victoria electoral a toda cuesta. Agenciarse el poder es el objetivo, muy por encima de los intereses del País.
Sin embargo, un pernicioso nubarrón de mediocridad e ineptitud se cierne sobre los candidatos de los dos partidos políticos tradicionales. Basta escucharlos con detenimiento para colisionar ante la incompetencia que se presenta como opción al electorado puertorriqueño.
Un análisis concienzudo a las propuestas del gubernamental Partido Nuevo Progresista (PNP) y el opositor Partido Popular Democrático (PPD) también deja al descubierto sus tristes y desgraciadas similitudes. Ambos marcan el ritmo de su marcha proselitista al mismo compás e interpretando casi las mismas melodías cuando abordan temas como la seguridad, la economía, la educación o el ambiente, por mencionar sólo algunos.
Ahí está fijado, precisamente, el fracaso del pepedé. Pretender ser el eje de la derecha política lo ha anclado en el peor de los puertos; adoptar una visión retrógrada para abordar los problemas sociales que más afectan nuestra Isla, a la usanza de su contendor, es la víspera de su entierro.
Pensemos, por ejemplo, en el evento electoral de este domingo 19 de agosto, y repasemos qué posiciones asumen la dirigencia de estos dos partidos. Para ambos, el juego politiquero es más importante que la defensa de nuestros derechos constitucionales, razón por la que recurren a la limitación de la fianza y cercenan la presunción de inocencia como estrategias para combatir la oleada de crímenes que nos azota.
Tanto penepés como pepedés saben que la limitación de ese derecho constitucional no tendrá implicación alguna en la solución de los problemas de violencia que colman a diario los titulares de nuestros medios de comunicación.
Asimismo, como si se tratara de un fiel contubernio, estos dos partidos archirrivales aparecen maridados tras la intención de cerrar el paso al ascenso político de grupos emergentes al proponer cambios en la composición de la legislatura. Amparados en la simpática idea de reducir escaños en Cámara y Senado, tanto el pepedé como el penepé conspiran para armar un modelo de gobierno sostenido por la tiranía de los partidos políticos mayoritarios.
De aprobarse esta revisión constitucional quedarán limitadas las aspiraciones ciudadanas de contar con representación legislativa fuera de los partidos de siempre. De lo que se trata esta enmienda es de la concertación de un complot entre pepedeístas y penepeístas para afianzar la estructura del bipartidismo, justo cuando en esta contienda electoral aparecen en escena fuerzas políticas emergentes.
Acostumbrados al juego del “quítate tú pa’ ponerme yo”, los líderes del PNP y PPD buscan cercar el acceso al poder político de los nuevos partidos. Ahí radica la gravedad del favoritismo que estas dos colectividades han descargado en esta segunda propuesta de enmienda constitucional.
Si seguimos hurgando, detectamos más y más semejanzas entre estos dos partidos que han regido el gobierno por los pasados 60 años, lo que evidencia que son más de lo mismo.
Ante eso, la presencia de nuevas fuerzas políticas en esta contienda electoral se luce como una influencia amenazante ante estos oligarcas del poder al representar otras perspectivas e intereses. Los nuevos partidos en carrera rompen con la alternancia al poder político que ha mantenido estancada a nuestra sociedad, razón suficiente para retirar cualquier apoyo a los candidatos de estas dos camarillas partidistas.
Son nuevos tiempos, por lo que hay que actuar pensando en nuestra aportación a las nuevas generaciones de puertorriqueños y puertorriqueñas. Asistimos a un momento histórico en el que podemos caminar una nueva ruta al futuro, mas para eso hay que iniciar golpeando el bipartidismo y abriendo paso a nuevas fuerzas políticas.
Gobernar sí es un asunto muy serio. Tan serio como para dejarlo en manos de quienes han probado, una y otra vez, su desgraciada ineptitud.
* Publicado originalmente en El Vocero.