¿El paisaje puede desaparecer de la faz de la tierra?
El paisaje como género y como término artístico nació en Holanda a finales del siglo XVI ligado a la pintura, y no fue hasta los siglos XVIII y XIX que se extendió a muchos idiomas y países. Es, por lo tanto un término muy reciente y moderno. Se hablaba de “paisaje” cuando se quería describir una obra “sin asunto” en la que el territorio, visto de lejos, se constituía en único protagonista.
Detengámonos un momento en la Vista de Toledo de El Greco, una obra clave que contiene muchos aspectos de lo que entendemos hoy por paisaje. Se trata de una vista de la ciudad no objetiva, en absoluto mimética y, al mismo tiempo, totalmente reconocible, ya que apreciamos la morfología de Toledo y sus monumentos más emblemáticos. El artista nos transmite una experiencia maravillosa y fantástica en la que percibimos su más pura e íntima emoción. Nosotros como espectadores nos enfrentamos entonces a nuestro propio estado de ánimo desde el que contemplamos una ciudad inexistente y real, tan real como las sombras que nos acechan. Se mezclan así en una obra alucinante, la mirada del artista y la nuestra encontrándose en un espacio interior.
Esta nebulosa entre el mundo interior y el exterior es el hilo conductor de Entremundanos: puerta abierta al paisaje que puede verse en el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico. Es, desde el título, una exposición estimulante y pertinente. Lilliana Ramos Collado, curadora inteligente y sensible sabe que el paisaje se encuentra en la distancia que un país, una sociedad, se permite hacia su entorno y nos propone con esta puerta abierta, una reflexión sobre nosotros mismos.
Entre dos mundos es un magnífico autorretrato de Myrna Baez, que no solo inspira el título, sino que se convierte en esencial guía de esta compleja exhibición. El paisaje se funde con la figura humana en una interacción total convirtiendo a la naturaleza, que nada sabe de individualidades, en una individualidad subjetiva.
El paisaje es un concepto imaginario que nos permite conocer y entender nuestro entorno, mirarlo y establecer una conexión sentimental con la naturaleza. No hay paisaje si no hay mirada, una mirada desinteresada y reflexiva a la vez, que busque el placer de la contemplación. Esa mirada se ejercita, se cultiva a través del arte. Es la mirada la que construye el paisaje, no tanto por lo que se contempla sino por quien lo contempla. Con esta muestra, Lilliana nos pregunta a bocajarro quiénes somos, hacia dónde vamos y de dónde venimos. La simple propuesta de hacer una gran exposición sobre el paisaje es una pregunta que ineludiblemente plantea nuestra relación con nuestro propio concepto de entorno, ese concepto es lo que, después de todo, define las distintas culturas y sus manifestaciones artísticas.
Entremundano pasa a significar a lo largo de toda la exposición un espacio entre el mundo humano y el mundo natural, un espacio en el que caben los deseos y las amenazas, la experiencia de lo sublime y de lo pintoresco como categorías estéticas y emocionales. Myrna Báez y Carlos Raquel Rivera “dos gigantes de nuestro arte” en palabras de la curadora, son los ejes que van generando las claves de los diferentes acercamientos a la naturaleza y propician los diálogos con los demás artistas invitados (más de cuarenta, de todas las épocas, estilos y edades).
La vinculación del paisaje al concepto romántico de lo sublime, se hace patente en varias obras de la muestra, especialmente en la belleza de la gigantesca pieza de Jaime Suárez Catálogo de tierras, que tanto por su temática como por sus dimensiones, produce en el espectador el “delicioso horror” que se experimenta ante la naturaleza fiera, arrolladora y monumental. Una naturaleza ante la que el ser humano no puede hacer otra cosa que sobrecogerse y contemplar en silencio y soledad lo inexplorado, lo ilimitado.
Neblina, de Carlos Raquel Rivera es una obra emblemática del paisaje puertorriqueño. Se trata de una obra misteriosa, difícil de definir, en la que aparecen imágenes totalmente reconocibles pero inconexas que producen desasosiego. No es una obra surrealista en la que el espectador puede hacer sus propias conexiones automáticas, es una obra que confirma nuestra precariedad y la inconsistencia del mundo que nos rodea, cambiante y engañoso como nuestras percepciones sensoriales.
Lo efímero es un rasgo esencial de la naturaleza, espectáculo constante y cambiante en continuo movimiento. La experiencia de lo efímero está presente en el vídeo documental de cuatro proyectos de Dhara Rivera: Homenaje al Pterocarpus, Cosiendo agua, A la miri, meri, mir y Río y Respiro. Los proyectos de Dhara incorporan varios aspectos que son medulares para la reflexión sobre el mundo que nos rodea: la comunidad, sus historias, su memoria y su vinculación a la naturaleza. El agua, como el elemento vertebrador y el arte como eje que permite entender y señalar la realidad. En Río y respiro, los componentes propuestos -tangibles e intangibles- son metáforas que nos permiten experimentar una obra abarcadora de gran fuerza y belleza: la palabra, el vidrio, el bambú, la máscara, culminan en la celebración de uno de los cuerpos de agua más emblemáticos de Puerto Rico: el río Loíza.
La ciudad como escenario y paisaje, lugar o no lugar, en el que se condensan las experiencias del entorno construido, nuestro entorno urbano se va expandiendo haciendo desaparecer el territorio natural. Felices en su día, de Rigoberto Quintana, es un paisaje que confirma que la periferia no tiene historia y que su identidad está sin definir, un paisaje en proceso sin categoría moral y sin estructura.
El territorio urbano, la fábrica o la máquina también pueden maravillarnos si nos atrevemos a mirarlos con nuevos códigos estéticos. Javier Román hace una referencia textual a Duchamp y a su Gran vidrio en La novia puesta al sol por sus papitos, gozando (la gran Maiami). Nos recuerda que el ser humano ha construido en el seno de la naturaleza, otra naturaleza compuesta por artificios y máquinas y que todos los productos del hombre, también son naturaleza. Ya lo dijo Goethe: “incluso lo más innatural es naturaleza”.